lunes, 3 de diciembre de 2012

15º CAPITULO



Carolina miraba por decimoquinta vez el celular, presentía que no iba a recibir ni un mensaje de él, pero sabía muy bien que la amaba, aunque por fuera sea frío y distante, por dentro era otra cosa.
Decidió mandarle un mensaje, en su cara se leía la preocupación mezclada con amor y ansiedad, sus dedos temblaban al apretar los botones. Suspiraba de amor, pero tenía conciencia que amores así no duran en el tiempo, pero prefería amarlo así que no amarlo.
Cada movimiento que hacía era seguido atentamente por una mujer, sus ojos no podían disimular el odio que sentía por ella, la veía tan hermosa, tan perfecta, tan joven y nerviosa, sabiendo que le escribía a él, porque ella también sentía lo mismo al hablarle, mirarlo o solamente pensándolo, era increíble que dos mujeres sintieran lo mismo por ese hombre que no le daba amor a nadie.
Sus celos eran mortales, se regocijaba anticipadamente, tocó una vez más su bolso constatando una vez más que estaba todo lo necesario.
La muchacha sonreía, su corazón se salía del pecho, como estaba en un transporte publico guardó compostura y se puso seria, aunque le duró poco, su cara irradiaba, él contestó su mensaje, eran solo dos palabras, pero estas eran más fuerte que el tiempo.
La mujer estuvo a punto de saltarle al cuello y estrangularla, estaba tan cerca de ella que podía ver los latidos en su cuello, como iban acelerándose mientras escribía y cuando todo su cuerpo tembló cuando leyó el último mensaje recibido, al ver esa reacción de Carolina solo pudo imaginar en su mente retorcida visiones de sangre y dolor, gritos y carne desgarrada. Todo lo que tenía en mente se multiplicó por la furia contenida, se imaginó tocar esa piel acariciada y despellejarla para que sienta lo que ella sintió esa noche enfrente de su ventana. Esa impotencia absoluta de brazos a los costados y puños blanquecinos por el odio.
Trató de serenarse igual que hacía ella, las dos mujeres luchaban contra sus sentimientos, una por no mostrar el amor en su rostro y la otra por no mostrar el odio. Poco a poco fue cediendo la ira, hasta dejar una suave calma, la cual le llevaría al mejor de los crímenes, el del amor.
La muchacha se bajó del colectivo cantando, la mujer que le seguía bajó detrás, las dos caminaron hacia el mismo lugar. Carolina y el asesino habían quedado en encontrarse en Buenos Aires, Camila quedó con su padre y ella libre, el viaje desde rosario fue corto, unas cuatro horas de pura adrenalina para su mente. Luego de hospedarse en el hotel, tomó un colectivo que la dejó cerca de su destino. Cantaba, el día era hermoso, soleado pero no caluroso, sacó su cámara Nikon reflex y entró al cementerio de la Recoleta. Tenía varias horas hasta que él se desocupara de sus asuntos, así que aprovecharía a sacar impresionantes fotos de esos monumentos maravillosos.
Mientras se encaminaba a la tumba de "la Dama y el perro", una mujer que le seguía a pocos pasos, sonreía macabramente.

2 comentarios:

  1. "EL AMOR Te puede destruir,volver loco y te puede liberar" TRISTE DESTINO DE QUIEN NO PUEDE DEJAR IR ! Atrapante ! un abrazo .

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