Su cara se trasformó en una máscara de odio, sus ojos verdes
destilaban furia. El hombre frente a él tuvo miedo, instintivamente toco la
culata de su pistola que estaba en la sobaquera. Esta acción no pasó desapercibida
por el asesino. Le miró unos segundos interminables en los cuales ninguno de
los dos parecía respirar. Un grito nació de su garganta, era un sonido gutural
que le hizo temblar todo su cuerpo. Sus manos se crisparon y se transformaron
en puños cerrados con tal fuerza que los nudillos se pusieron blancos.
Lo que sufría por dentro no podría explicarlo con palabras,
solo basta decir que toda insinuación de humanidad murió en ese momento.
La transpiración corría por su rostro endurecido por la
noticia de la muerte de su amigo. La asesina le había seguido y solo para
demostrarle su poder absoluto había cometido el crimen, para mostrarle el
alcance de su mano.
-¿Su mujer…? Preguntó sin emoción, quizá esperando lo peor.
-Ellas están bien, las llevé a un lugar seguro –contestó el
hombre, asombrado con la celeridad que el semblante del lisiado pasó de la
furia a la frialdad sin emoción.
-Los dos sabemos lo que hay que hacer –agrega tocándose la
sobaquera.
El asesino le mira una vez más, sus ojos parecían mirar más
allá. Saca un anotador en donde escribe el número de su celular.
-Seguro que dejó algo para mí, buscá en su escritorio. Mañana
me avisás, necesito pensar –le dice y se va rumbo al hotel, en donde podía
estar solo con su mente.
La noche la pasó en vela, su cerebro agotado se durmió ya
entrada la mañana. Al despertar al mediodía se acordó que debía llamar a la
clínica.
Luego de acodar una cita con el médico, baja al restaurante
del hotel para comer algo, en la soledad de su mesa, la comida se enfriaba en
el plato, no podía comer ni pensar, estaba en blanco. Luego de pagar toma un
taxi hasta el Instituto Fleming, al cual iba seguido para control y cirugías de
su enfermedad. Por suerte esperó poco tiempo a que lo haga pasar al
consultorio.
La cara del médico parecía la del apostador del póker, no se
podría adivinar que pensaba.
-Los resultados no son buenos –le dijo sin emoción.
El médico se tomó su tiempo para que el paciente tomara
conciencia de las palabras que iba a decir, no era la primera vez que lo hacía,
pero con el paso del tiempo había aprendido a separar los sentimientos que
tenía con sus pacientes para poder atenderlos objetivamente.
-Los tumores se extendieron, pasaron de los nervios a las
partes blandas.
-¿Es operable? –le preguntó de la misma forma que el médico.
El también había aprendido a separar los sentimientos.
-En este caso no, lo siento mucho –dijo suspirando por la
bronca que casi no podía esconder. Era otro paciente que perdía.
-¿Cuánto me queda? –preguntó valientemente.
-Si continuamos con la quimioterapia y empezamos con la
radiación…unos seis meses.
El hombre se levanta y extiende su mano al médico.
-Gracias doctor, adiós.
El médico admiró a ese hombre, miró su espalda ancha cuando
traspasó la puerta de su consultorio y se imaginó el peso que cargaría con tal
noticia. La forma en que lo tomó no era común, la mayoría rompía en lágrimas. A
veces lo insultaban y pedían más estudios y segundas opiniones. Pero lo
inevitable es inevitable.
Se sentó en su cómoda silla y por el intercomunicador le
avisa a su secretaria que suspenda los turnos por ese día. Necesitaba un trago,
de un cajón de su escritorio saca un vaso y una botella y después de tomar el
segundo trago se tranquiliza.
-Cáncer de mierda –dice tirando el vaso contra la pared.
La niebla que había en su mente se disipó, la claridad
volvió a él. Rengueando con su bastón sale de la clínica y se cruza al kiosco
de enfrente, compra un helado y se va degustando el sabor de la crema helada
mientras esquiva a la gente.
Este era el capítulo final de su vida, la etapa final. Pero como
siempre, estaría preparado. Antes de terminar su helado ya sabía que haría y
como, solo restaba saber que haría ella.
genial ! hasta sentí que era un espectador invisible .un personaje mudo esperando cada paso del protagonista. Un abrazo
ResponderEliminarUNO SIEMPRE ES UN ESPECTADOR EN LA VIDA, GRACIAS POR PASAR
Eliminar